martes, 5 de mayo de 2015

TUTORÍA 5 DE MAYO

La psicología es una disciplina muy creativa, que inventa conceptos sin parar, pero sin molestarse en precisarlos y unificarlos. Está convirtiéndose en una “psicología de hamburguesa”, donde todo se trocea para luego aglutinarlo como sea. Aumenta sin parar la producción de artículos, los libros colectivos, la orgía terminológica. 

La psicología ha descubierto que la idea que tenemos sobre nosotros mismos y sobre nuestras posibilidades influye poderosamente en nuestra manera de sentir y actuar. Suele denominársela “autoconcepto” cuando insiste en su aspecto más cognoscitivo, y “autoestima” cuando enfatiza los aspectos valorativos. 

Parecían tan evidentes las virtudes de la autoestima que tardaron mucho en aparecen voces alarmadas. El psicólogo Michael H. Kernis escribe: “Si hace unos pocos años alguien hubiera cuestionado los aspectos positivos de una alta autoestima, habría sido considerado tonto, estúpido o algo peor. Pero ahora la pregunta es: ¿estamos sobrevalorando la autoestima?”. Según Roudinesco, de quien ya he hablado, “la búsqueda de la autoestima se ha convertido en un elemento esencial de la cultura del narcisismo que caracteriza las sociedades occidentales.


En los programas que hemos elaborado para la Universidad de Padres hemos integrado las investigaciones más relevantes sobre estos temas. Queremos que durante el proceso educativo el niño adquiera la confianza en sus posibilidades necesaria para esforzarse, soportar la frustración, y enfrentarse animosamente a los problemas. Eso puede aprenderlo en tres etapas.

Durante los primeros años de vida, y a partir de la relación con sus progenitores, debemos hacer que el niño adquiera una confianza básica en que es querido, apreciado, y en que el mundo es acogedor, no hostil y previsible. 

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